El asco es una emoción básica que aparece cuando algo nos resulta desagradable, repulsivo o nos incomoda.
Puede estar relacionado con los sentidos (un olor, un sabor, una imagen), pero también con situaciones injustas o dañinas que rechazamos. Aunque no nos guste sentirlo, esta emoción es necesaria: nos protege de lo que puede ser dañino (comida en mal estado, olores fuertes, situaciones negativas) y nos ayuda a marcar límites con lo que no queremos aceptar.
Se nota en nuestro cuerpo con expresiones muy claras: apartamos la cara, fruncimos la nariz, decimos
“¡puaj!”. Aunque no siempre nos gusta sentirla, es una emoción muy útil que nos enseña a poner límites.
